Había una vez en el lejano Oriente una chica de treinta y cinco años que jugaba de maravilla al tenis, lo que la llevó a ganar los prestigiosos campeonatos de Wimbledon y Roland Garros, alcanzando el número uno mundial en su especialidad, los dobles, es decir, jugando en pareja. La vida le sonreía en todos los aspectos: personales, familiares y profesionales. No tenía problema económico alguno y disfrutaba los días siendo la mejor jugadora de ese deporte dentro de su país, cuya población alcanzaba la nada despreciable cifra de 1.402 millones de habitantes (un 17,74% de las personas que viven en este planeta).
Entonces una mañana cualquiera de noviembre de 2021, al despertar, decidió dar un giro espectacular a su fantástica existencia en busca de mayor atención mediática, y también para desprestigiar a un ex político anciano y respetable, cuyo único pecado había sido enamorarse de ella como un colegial y dejarse seducir por la chica, sucumbiendo a sus encantos de incontenible atractivo. Ella cogió el móvil y tecleó que el ex vice primer ministro Zhang Gaoli la había agredido sexualmente diez años atrás. La muchacha, cuentista profesional (¿o era tenista?) para la maquinaria represiva china, respondía al nombre de Peng Shuai, y por dedicarse a contar mentiras le creció tanto la nariz que tuvieron que encerrarla en un calabozo para ahorrarle el oprobio de ser vista de nuevo en público.
Y colorín, colorado, este cuento no ha hecho más que empezar, porque la Asociación Mundial de Tenis, a través de su valiente presidente, Steve Simon, dudando de la veracidad de lo relatado por las autoridades, ha cancelado todos los eventos en el país asiático, aun perdiendo con ello ochenta y ocho millones de dólares en ingresos. ¡Bravo por él! Porque ¿qué ha de ocurrir para que cuando una víctima denuncia algo así se investiguen los hechos y se castigue al agresor, por muy poderoso que sea, en lugar de cebarse con la indefensa sufridora del abuso? Pero Peng Shuai podrá ser débil para el estado chino, tan cosificado en derechos humanos como los neandertales; sin embargo para quienes leemos su historia es y será una heroína llena de coraje y valentía. ¿Dónde está Peng Shuai?, reclaman los <<hashtag>> creados con el fin de denunciar su caso. Si aún está viva -pues sigue sin saberse su paradero, a pesar de que hay comunicados suyos retractándose-, podrá soñar con huir a cualquier lugar menos retrógrado e injusto. A buen seguro que la deportista juega cada mañana, en soledad y vigilada, el <<match point>> de su vida con la determinación de una campeona que a la larga sabe que conseguirá ganar. Enfrente sus rivales son las amenazas, el control y el miedo. En febrero de 2022 hay previsto celebrar unos Juegos Olímpicos de invierno en Pekín. Debieran trasladarse a otra nación, cueste lo que cueste, pues la dignidad de una persona nunca tuvo precio.